jueves, 3 de noviembre de 2016

Mala Madre

Cada día lo escucho por A o por B; "¿A la guardería? ¡Pero si no trabajas! ¡Y con lo pequeño que es! ¿No te da pena?".

Pues no, no me da pena, mi hijo va a la guardería, yo no trabajo y aún así la mañana no me cunde. Con mi hijo hago lo que me da la gana y si hay alguien que puede poner en duda mi actitud como madre es mi marido y padre de mi hijo. Y san se acabó.

"¿Potito? ¿Y no le haces tu la comida? ¡Todo el día que tienes! Además es más sano, mi hijo no podía ni oler los potitos, solamente comía lo que yo le hacía".
¡Pues vaya tiquismiquis! mi hijo se come estupendamente lo que le hago yo y los potitos comprados, incluso después de comer, lo sentamos en la mesa con papá y mamá y come lo que tengamos nosotros, al menos le damos a probar.

ME CANSO, estoy HARTA de tener que dar explicaciones una y otra vez de lo que hago y dejo de hacer con mi hijo. A veces pienso que, probablemente doy demasiada información, de ese modo pueden juzgar, criticar, comentar, poner en duda y dar opiniones no pedidas sobre lo que hago.

La mayoría de veces lo hago por respeto, por educación. Te hacen preguntas sobre cómo te va, cómo te organizas, qué tal llevas lo de vivir sola con tu hijo de lunes a viernes y ahí, justo ahí, es donde empiezan a cuestionar. "¿Pero por qué no te vas a vivir donde tu marido todo el curso?, ¿Vais a estar separados? (y una vez más) ¡Pero si no trabajas!". Aquí os dejo un artículo muy bueno con posibles respuestas, bordes o educadas, a diferentes preguntas que fijo te hacen cuando eres madre, sobretodo si eres madre primeriza.

En fin, si, llevo a mi hijo a la guardería, desde septiembre, que tenía 8 meses y oye, tan contento que va el tío. Le encanta. Cuando llega se abalanza sobre la seño y me mira en plan, " Ale mami, ya me vienes a buscar después de comer, guapa" y claro, yo feliz de ver que nos despedimos con una sonrisa. A la hora de recogerlo se me echa a los brazos y le cierra la puerta de la guarde a la seño mientras me pasa el "parte" de cómo fue el día, así, sin tapujos, como si le dijese "no te enrolles que todos los días habláis de lo mismo, hasta luego".

¿Mis mañanas? Pues cuando Ézaro se despierta, desayunamos tranquilamente y nos vamos a la guarde, hay veces que entramos a las 9 y otras a las 10, él marca el ritmo. Luego, según el día voy a Yoga o al gimnasio, momentos en los que dejo de ser mujer de, madre de, enfermera, hija o los roles varios que me asigna la vida y paso a estar yo conmigo. Sinceramente creo que si no tuviese esos "ratitos" ya me habría vuelto loca, depresiva, histérica o algo por el estilo.

Vuelvo a casa, ducha, desayuno 2 (almuerzo en mi tierra. El primero lo hacemos recien levantados) y a hacer las tareas del hogar. Lavadora (1 o 2 al día), tiende ropa, recoge ropa del día anterior, dobla ropa, ponla en su lugar, plancha (si puedes), haz camas, limpia baño, recoge salón y juguetes de Ézaro, haz la comida, engulle porque se te ha pasado la mañana volando y ya toca ir a recoger al peque a la guarde.

Luego por supuesto hay que lavar platos, biberones, jugar con él (mi momento favorito del día), dar merienda, salir a dar una vuelta y de paso hacer compras (que no entiendo por qué pero siempre tengo la nevera vacia). Vuelve a casa, guardar todo mientras niño juega (o se empeña en guardar las cosas contigo, para ver donde va cada una por si tiene que echar mano), bañarlo, luchar con él para ponerle el pijama, cena y por fin, dormir. Hay días que lo dejas en la cuna y él solito se duerme, otros necesita que te acuestes con él. Luego haz tu cena, cómela sin muchas ganas, recoge cocina, recoge salón y, por fin, siéntate en el sofá.

Si, es cierto que si lees ésto parezca una mala madre quejica cuyo hijo es un estorbo y, la verdad, desde fuera yo también lo entendería así, pero voy más allá. Lo que pretendo es que la sociedad vea que no todo se resume a tener un hijo y pasarse el día "súper happy" jugando a las muñecas. La maternidad está llena de momentos increíblemente felices e irrepetibles, siempre desde mi opinión, por supuesto, pero también requiere mucha dedicación y estar ahí las 24 horas del día, todos los días del año, así que, discúlpame sociedad si decido tener una hora al día para mí sola. Luego llega el fin de semana y mi marido me concede el lujo de remolonear en la cama lo que quiera mientras él se queda con el peque, también hay que decirlo. Cuando él está se implica al 100%.

Así que, siempre y cuando sea beneficioso, se haga alegremente y no haya nadie que lo pase fatal, pues mira, que vaya a la guardería. Pero si el bebé va agarrándose a lo que pille y berreando a la guarde, o tú, como madre o padre tengas un dolor de barriga por creer o sentir que lo abandonas, pues no lo lleves (siempre que tengas la suerte de poder elegir, claro). En España, la enseñanza es obligatoria desde primero de primaria, o sea, a los 6 años, por lo que no hay necesidad de sufrir porque "la sociedad dice". Si lo llevas a la guarde, porque lo llevas y lo abandonas, si no, porque no lo llevas y será un niño mimado, siempre habrá opiniones gratuitas para todo.

HAZ LO QUE TE DICTE TU CORAZÓN, INTUICIÓN O SENSACIONES, que bastante hacemos ya sin darnos cuenta por "educación, tradición, o por no molestar a menganita o juanita".




domingo, 9 de octubre de 2016

Un repasito

El día 6, Ézaro cumplió nueve meses. Los cumplemeses siempre son especiales, al menos para mi, pero fue ese día en el que hice "click" y me di cuenta de que ¡He sido madre!

Los primeros meses ya os conté un poco lo caóticos que fueron por lo del reflujo, los cambios de leche y todo aquello que se juntó con la mudanza y mi primer trabajo siendo mamá. Así que es ahora cuando ya tenemos algo más de rutina en casa. Si, "algo más", porque eso de la rutina con un bebé, aunque quieras no es nada fácil, pero desde luego se hacen los días más llevaderos.

A lo que me refiero es que, eres madre y es cierto que hay microsegundos en los primeros meses de vida de tu hijo en los que puedes parar y darte cuenta, pero mi caso ha sido:
  • Pares, habitación del hospital con familiares casi de manera constante, 
  • Vas a casa con tu bebé. Primeras visitas.
  • Se terminan las visitas y, como vivimos lejos de la familia, estamos mi marido y yo sólos ante la situación, (para algunas cosas es lo mejor, pero para otras echas de menos una manita).
  • Haces tu dia a dia como buenamente puedes, así, sin pensar, sin planificar, simplemente te adaptas constantemente a las necesidades de tu marido, de tu hijo, de "tu familia".
  • Entras en un bucle metodológico en el que como no te detengas a tiempo puedes llegar a descuidar  muchas cosas, cosas que pueden llegar a ser necesarias para tu salud mental.

Así que, he decidido escribir un poco sobre lo que me he dado cuenta en mi "repasito" personal

Durante el embarazo, si volviese atrás, disfrutaría (aún más si cabe) de absolutamente todo. No me dejaría contaminar con pensamientos negativos, impaciencias ni comentarios inoportunos de gente especialmente inapropiada, gente que vive por y para hacer daño a los demás con eso de "yo es que digo lo que pienso y punto", cuando hay millones de formas amorosas de decir lo que uno piensa.
He aprendido que, a veces, la gente simplemente refleja sus inseguridades en tí de manera inconsciente, no saben hacerlo de otra forma y por ello NO debemos tenerles en cuenta en esos momentos.
En cuanto a lo material, hay "aparatejos" que nos podemos ahorrar. Una ilusión constante te envuelve en el embarazo y te empuja a comprar un montón de "por si acasos". Lo que sí compraría sin dudarlo ( a no ser que te lo presten o lo tengas) es:

La Flexibath de Stokke me encanta porque resulta comodísima y mientras es bebé puedes ponerla sobre una superficie elevada que te permita estar erguida. Luego, cuando crecen la metes dentro de tu bañera o plato de ducha y además de ahorrar agua, se mantiene más tiempo calentita y los peques disfrutan jugando en ella e incluso mordiéndola. Además es de viaje, aunque para viajar hay unas hinchables que ocupan poquísimo, pero es un rollo venga a hinchar y deshinchar, al menos para mi.

Otro súper invento para las mamis que dan bibe es la Bib´Expresso, cuyas cualidades explica muy bien otra mamá increíble. A mí me lo recomendó una personita muy especial sin la que mi embarazo no hubiese sido igual, pues siempre estaba ahí para resolver mis dudas a cualquier hora. Y como de costumbre, no se equivocaba. Yo la compré por Amazon y me salió muy bien de precio, aunque es cierto que ahora están algo más caras.

En cuanto a lo de esterilizar biberones, bueno, la leche no es estéril, la manipulación del biberón tampoco y ya cuando lo preparas y lo mueves para que se lo beba, pues la verdad, el concepto de esterilidad se pierde (si es que lo hubo en algún momento). Aún así, para mamás más cuidadosas, si tenéis la thermomix aquí os explica cómo esterilizar biberones en ella. También sirve lavarlos en el lavavajillas en el programa de mayor temperatura, pero yo prefiero la opción anterior.

Biberones. Hay millones de modelos, que si anticólicos, que si pezón materno, que si no se qué. A ver, yo usé los del Dr. Brown y no puedo deciros si realmente funcionan porque ya hablé de los problemas del peque, pero hay de todo. Algunos creen que si los bebés son de cólicos los tendrán igual. Yo opino que vamos justas de tiempo y prima la rapidez, por lo que limpiar biberones debe ser lo menos enredoso posible, así que con que tenga el bote, la tetina y la tapa va que arde.

Sobre la hamaquita, la trona, el parque y mecanismos varios que ocupan un montón de espacio, mi recomendación es esperar. Personalmente a Ézaro no le ha convencido ninguno de los tres, en la hamaca se sentía muy bajito y no aguantaba más de diez minutos, en la trona le fue mejor, pero prefiere el suelo y finalmente, en el parque, se sentía encerrado y lloraba mucho, así que una alfombra (que sirve de poco porque está por todas partes menos en ella) y ¡A gatear!

Lo que aconsejo firmemente es explorar por Wallapop, tengas o no soltura económica, porque hay unos chollazos considerables y además ayudamos a familias como nosotros a quitarse chismes que ya no van a usar y casi siempre estan nuevos.

Un truquito muy bueno para los bibes nocturnos es prepararse los cacitos de los bibes en los dosificadores que venden y poner el agua en un termo, a poder ser de 500ml, porque no sabemos, al menos al principio las tomas que pueden llegar a tomar durante la noche. Así que simplemente habrá que sentarse en la cama, preparar el bibe allí mismo sin mucha luz para evitar que nos desvelemos en exceso.

Otra cosa que he aprendido, dejando a un lado ya el tema material es que no hay que contentar a los demás a costa de tu bebé. Suena fatal, pero es lo que hacemos. Una y otra vez oyes eso de si tiene mamitis, que debe acostumbrarse a estar con gente, que  no lo cojas tanto a brazo, o lo que es peor, gente a la que el niño no ha visto nunca, te lo arrancan del brazo y se lo llevan diciendo eso de "Adiós mamá, me voy con menganita" y ese tipo de ocurrencias para ver si el niño llora, momento tras el cual, muy orgullosos de haberlo conseguido, te lo dan en un estado de nerviosismo digno de ver.


Tendemos a descuidar a nuestros maridos y ya ni os cuento a nosotras mismas, así que, lo que me he propuesto hacer a partir de ahora es PARARME más a menudo, relajarme un poco, disfrutar de cada momento, entender que, como ser humano, habrá días en los que esté enfadada, otros en los que esté triste, otros cansada y que seguro se llenan a la vez de trocitos de felicidad.




viernes, 16 de septiembre de 2016

Mamá trabajadora


No ha sido fácil, igual que yo, millones de mujeres pasan por ello cada día en el mundo y estoy segura de que alguna pensará lo mismo. Es cierto que yo lo elegí, de mi boquita salió el "sí, acepto el contrato", un mes y medio pasa volando y no será tan complicado. Como mi marido está libre el verano, no habrá problema, él está con el nene mientras yo trabajo. Además sus padres veranean dos pisos más arriba así que tampoco está sólo. Todo se prestaba a decir sí al empleo.

Ha sido, como poco, duro. Ésta vez me dieron el contrato en planta de cirugía. Yo soy "carne de quirófano" (así nos llamamos coloquialmente), pero no era la primera vez que rotaba por planta, así que no iba a ser difícil. Obviamente me equivoqué.

Al principio me sorprendí por la sensación caótica que percibí al llegar. Tal vez sea algo cuadriculada para trabajar y tenga mis "manías". Todos nos encargábamos de todas las tareas. Si el médico te pilla por delante, aunque el paciente no sea "tuyo" le da igual, te dice el tratamiento sin esperar que seas o no la enfermera referente. Si suena el teléfono y lo coges, te dan a tí la información, aunque no vaya contigo; tú ya te apañas para remitirla a su destinatario, que aquí todos tienen mucho trabajo y nadie puede esperar. Ya se sabe lo que sucede en estos casos, puede dar lugar a informaciones incorrectas o incompletas que, una vez más, afectan a la atención al paciente.

Yo no sé si Dios existe en los hospitales, pero los ángeles de la guarda no veáis el trabajazo que tienen. Menos mal que no se han cogido vacaciones en Agosto. Fuera bromas, todo ésto a mi me crea mucha presión. Si lo sumamos a la hora y media de camino de casa al trabajo, otra hora y media de vuelta y, además, llegar a casa y estar al 100% con tu hijo y tu marido, pues AGOTA.

  Algunas personas tienen la teoría de que el agotamiento es "culpa" nuestra, por no delegar responsabilidades de casa y, oye, igual tienen razón. Bien pensado, la cosa va de culpas. Por aceptar el empleo, por querer hacerlo todo, por querer tener la casa limpia, por querer ir a la playa o a la piscina, por querer dormir, por no estar de humor, por no ser "PERFECTA".

Luego leo artículos en los que te repiten una y otra vez que lo primero son tus hijos, que la casa puede esperar y tal... Todo eso está genial pero, si en el trabajo solamente hay caos y llego a casa y más caos...para volverse locos. Luego pon buena cara, que tienes que agradecer que tengas trabajo para ayudar a la economía familiar.

Además así haces puntos para la bolsa, a ver si te dan contratos más largos. Súmalo a los comentarios de: - ¡Uff! ¡Éso no es nada!, Si tuvieras que pasar por lo que pasábamos antes, cuidar a los hijos, a los padres, suegros, tener la casa y la comida listas, los maridos que no hacían nada en la casa... ¡Por lo menos te vas a trabajar y desconectas un poco!

¡¿Perdona?! ¡¿Desco... qué?! ¡¿Encima tengo que dar gracias?! ¡¿Qué está pasando?!
Si, yo decidí trabajar, no sé si por egoísmo, por aportar algo en casa, porque mi marido también se sintiese padre y estuviesen solos "Loh tioh". Igual necesitaba ver que se las apañan estupendamente y que no soy imprescindible. No lo sé, pero ese egoísmo también me hacía querer estar con ellos todo el tiempo posible y además tener la casa impoluta.

Resultado: Al final una se agota, y de lo que doy gracias es de que sólo fuese un mes y medio, que, por cierto, se me hizo tan largo como un contrato de 40 años. Me he perdido el primer verano de mi hijo, no hemos tenido "Vacaciones de familia". Sentimos que teníamos obligaciones todo el tiempo y eso desgasta la relación familiar. No es sano, al menos para nosotros, estar "conectados " con el mundo constantemente, necesitamos paréntesis en la vida, toma de consciencia, disfrutar del momento sin pensar "tengo que".

Después de todo, llegamos a una conclusión: No nos compensa que trabaje fuera de casa, porque dentro, todos sabéis que se trabaja muchísimo. Quiero ser Yo, sin que mi salud se resienta y por tanto mi carácter. Si no estoy bien, tengo menos paciencia y eso es justo lo que necesitan nuestros hijos, paciencia, cariño y amor incondicional, comprensión, paz, alegría y ARMONÍA.

Éste ha sido mi caótico primer verano como madre y, como todo en esta vida, me ha servido para aprender y DESAPRENDER. Estamos programados, queramos o no aceptarlo, para trabajar, para sufrir, para sacrificarnos, para sacrificar cosas, situaciones, incluso para sacrificar el crecimiento de nuestros hijos porque "TENEMOS QUE trabajar" para ganar dinero y tener más cosas. Pues no, yo no soy más feliz de ese modo, tal vez otros si, pero mi hijo sólo crece una vez y yo, pues ya trabajaré si lo necesito para sentirme realizada cuando me apetezca, si es que me apetece.





sábado, 23 de julio de 2016

Las curvas de la felicidad

Ya desde pequeñita era un tema que me agobiaba, en el colegio, en el pueblo, en mi propia familia, mi peso siempre era el tema de conversación. Que si tenía tres barrigas, que vaya culo más redondo, que vaya piernas tan macizas. No comas ésto (pero lo compraban y te lo sacaban para picar en las comidas familiares), es que comes demasiado pan (y me hacían ellos los bocadillos), etc. Por supuesto ahora lo negarían o incluso se sorprenderían de que haya pasado por ello. Harta de todo y tras darle muchas vueltas, a los 14 años empecé. Me lo había planteado tantas veces, lo ideé de tantas maneras que sabía lo que iba a hacer.Desde luego dejar de comer no era una opción, es demasiado visible.

Todo parte con una dieta en una franquicia bastante conocida que me ahorraré nombrar. Había una justo debajo de mi casa y no te cobraban las visitas, aunque te recomendaban tomar sus productos para que la dieta funcionase. Yo no tenía dinero pero cuando por un casual me daban algo en casa, aprovechaba y lo compraba a escondidas. La primera semana fue un éxito, no fue difícil ya que la comida de casa la hacía yo prácticamente siempre, así que simplemente me hacía algo diferente para mí y santas pascuas. ¡Casi 3 kilos menos! La segunda semana no fue tan productiva, así que lo que hice fue comer aún menos cantidad, pero tenía hambre y estaba de mal humor así que decidí hacer como en las películas. Como lo que me toca y luego vomito para que entre menos en el cuerpo. Funcionó. Primero fue solo un día, luego una comida al día, luego pasó a ser comida y cena hasta que finalmente lo hacía a diario.

Así estuve hasta los 26 años, con sus más y sus menos. Cada vez que engordaba empezaba una dieta y me prometía que no lo haría, luego, cuando no conseguía bajar más peso me veía enganchada una vez más, "un kilo menos y lo dejo" me decía, pero nunca era suficiente. Cuando paraba volvía a engordar y vuelta a empezar. A veces era por mi, otras por los comentarios de los demás. Por supuesto también hacía ejercicio pero no fue a diario hasta que descubrí el boxeo, uno de mis deportes preferidos. No pelearía nunca, pero me encanta como entreno.

Llegó el día en que lo confesé por primera vez y, si quería parar, debía pedir ayuda, pues aunque yo sola lograse controlarlo, cuando te vas a poner ese pantalón que tanto te chifla y no puedes sentarte, es inevitable que se te pase por la cabeza. "Sólo un tiempo, lo prometo, hasta que baje esos 4 kilos" pero luego quieres mas y mas y mas.

Decidí, con ayuda ir al psicólogo y me ayudó, pero confieso que lo que de verdad funciona es la fuerza de voluntad y el apoyo incondicional de los que te quieren de verdad. Los trastornos alimentarios son enfermedades crónicas y aunque tengas fases en las que no lo hagas, se te pasan por la cabeza. Tras una discusión, un mal día en el trabajo, un día de compras en el que no encuentras nada, que te pruebes lo que te pruebes te ves gorda, las tallas de ropa cada vez parece que las hacen más pequeñas, un espejo por la calle, un conocido que adelgaza, el verano, siempre hay algo para que te lo plantees y es ahí donde debes centrarte, respirar y decir "NO".

He de decir que en el embarazo estaba aterrada. Tenía pánico a engordar mucho, a no perder el peso tras el parto, a obsesionarme con el peso, a dejarme llevar y ponerme en 20kg más. En esos momentos la cabeza va a mil, no la puedes detener y te pones triste, te enfadas, lloras, sonríes porque, si lo lograste antes, ahora tienes una razón mayor para hacerlo, debías ser fuerte, todo iba a ir bien. Por supuesto las redes sociales influyen muchísimo en todo esto del peso, estar delgada sobre todas las cosas y tal, por lo que debo agradecer enormemente a Tania Llasera que sea tan extrovertida, pues me consta que ha servido de ejemplo a muchas mujeres con eso de ser la "única famosa con curvas y orgullosa de ellas", tal y como ella se define.

Decidí seguir con mi ejercicio aunque adaptado a la situación, la vida de mi bebé era lo primero. Iba a yoga dos veces por semana, al gimnasio otras dos y andaba una hora todos los días. Comía bien, saludablemente, como hago de manera habitual y, si un día había que salir y comer un poquito más no pasaba absolutamente nada. Fuí a un nutricionista especializado en el embarazo, así que no debía preocuparme. Tuve muchísima ayuda, tanto por parte de los entrenadores como del nutricionista, de mis compis de yoga y por supuesto de mi marido. Varias personitas especiales también me ayudaron mucho a tranquilizarme y que el peso no fuese el centro del embarazo sino mi bebé.

Hace poco descubrí un trastorno alimentario nuevo llamado "PREGOREXIA" o lo que es lo mismo, el miedo a engordar durante el embarazo. He de decir que no está registrado en el DSM-V, pero ha sido descubierto por profesionales de la salud y es más que peligroso ya que, las consecuencias para el desarrollo correcto del bebé son aterradoras. Mientras el feto se desarrolla en nuestro interior, infinidad de nutrientes que consigue a través del organismo de la madre, se encargan de que cada célula y cada órgano del futuro bebé se forme como es debido. Por tanto es importantísimo que comamos saludablemente y hagamos cinco o seis comidas al día, para que el aporte nutricional sea equilibrado y continuo, evitando el exceso de grasas, lo cual no significa eliminarlas, sino controlar su consumo.

Se recomienda controlar el peso durante el embarazo porque, un aumento excesivo del mismo puede provocar, por ejemplo, preeclampsia, complicaciones en el parto, diabetes durante la gestación y mayor probabilidad de obesidad infantil. Pero todo esto no significa que debamos hacer lo contrario, pues ya hemos visto anteriormente lo que supone la pregorexia.

Hablo como enfermera, como mujer y sobretodo como madre. Una mujer es bella sea como sea, pero confieso que una mujer embarazada es el sumum de la belleza, sea como sea, el simple hecho de crear vida, de llevarla en nuestro interior y de parirla, ya sea por cesárea o parto vaginal, eso es bello.

Debemos, en mi opinión disfrutar del embarazo, ser felices durante el mismo y ser, por supuesto partícipes y protagonistas de ésta maravillosa etapa que nos regala la vida.

Siento parecer muy técnica en este post, pero necesitaba mucho escribirlo. Me siento muy orgullosa de mi misma y de todas aquellas personas que por una razón u otra consiguen superar cualquier obstáculo que se les cruce en su camino, puesto por ellos mismos o por lo que sea. Así que vivamos el presente que el futuro ya llegará.



jueves, 7 de julio de 2016

Yo también tengo mis #40MANÍAS



Hace un tiempecito que no aparecía por aquí y no es por falta de temas por hablar, la verdad que así a bote pronto se me ocurren tres, pero he leído a un par de bloggers que han escrito sobre sus manías. Primero fue Desmadrosa, luego Peineta y finalmente Amor de Batmami. Me ha gustado este juego así que ahí van las mías, para que me conozcais un poquito más con mis pros y mis contras.

1. Me encanta ir en pijama. Cuando llego a casa lo primero que hago es ponerme el pijama, al menos el pantalón. No sé si es por la comodidad o porque me mimetizo con el ambiente...

2. En casa NUNCA llevo sujetador. Necesito sentirme libre, ¡Todo al aire! si fuese por mi iría en "pelotuelas" por la vida. 

3. Necesito lavarme la cara siempre antes de ir a dormir, cuando me levanto o cuando vuelvo del gimnasio. 

4. Siempre he sufrido acné (si, sufrido porque me siento fatal, de hecho ni me miro en el espejo cuando tengo alguno en plan masoca, para torturarme un poco más). Incluso me cambia el humor cuando tengo granos. No puedo evitar toquetearlos, odio ir por la calle, incluso en casa con una pelota blanca en la cara. 

5. Tengo terror a que se me quede algo entre los dientes después de comer, tanto en casa como en restaurantes o bares. Me los limpio con la lengua siempre que doy un bocado y cuando tengo la oportunidad voy al cuarto de baño a mirarme, por si acaso.  

6. cuando como puedo utilizar hasta 3 servilletas si son normales o hasta 10 si son esas de plástico que no sirven para nada de los bares. a cada bocado o sorbo me limpio la boca.

7. Desde que tengo uso de razón me "estrucho" los labios. Cuando pienso, dudo, me concentro o me pongo nerviosa me aprieto los labios de manera totalmente inconsciente y así me puedo tirar bastantes minutos.

8. Odio los trapos de cocina. Me dan la sensación, por muy limpios que estén, que son un nido de bacterias, huelen mal y no secan bien. Siempre utilizo el rollo de papel de cocina. Si, ya sé que es muy poco ecológico peeero...No puedo evitarlo.

9. Soy incapaz de dejarme platos por lavar en el fregadero. Pienso que en cuestión de segundos vendrá un ejercito de cucarachas a invadirme la casa si lo hago, así que siempre friego de inmediato.

10. Cuando limpio los biberones necesito echar casi medio bote de fairy, sino no se quedan bien limpios. Además el agua a temperatura volcánica, así me deshaga los dedos por la temperatura del agua.

11. Soy incapaz de cocinar y no limpiar a la vez. Cada vez que ensucio algo cuando cocino lo limpio al instante. Tengo en una mano el cucharón y en otra el papel de cocina, además de economizar en cuanto a uso de cacharros, que gracias a la Thermomix se ha visto reducido al máximo (Bendita Thermomix).

12. No soporto ver el fregadero sucio o lleno de gotitas, también lo limpio.

13. Odio la escoba, sólo uso la mopa y después la fregona, aunque con la primera el suelo queda bastante bien.

14. Cuando tiendo la ropa, no sé por qué y es totalmente inconsciente, las pinzas de una misma prenda son exactamente iguales, sino no le pongo pinzas.

15. Tengo que tender la ropa inmediatamente. Hay veces que me quedo frente a la lavadora esperando que acabe y haga el "click" para abrirla y tender.

16. Necesito cerrar las puertas de todas las habitaciones cuando cocino, sea lo que sea, no me gusta que huela a comida cuando me voy a dormir.

17. Me gusta ducharme con agua hirviendo, aunque sea verano, sé que es malísimo para la piel pero, es lo que hay. Esp sí, siempre termino con agua helada en las piernas.

18. No me gusta dejarme el pelo húmedo enredado en una toalla.

19. Desde que soy madre siempre llevo coleta. Se me cae muchísimo el pelo, hay por toda la casa.

20. Necesito quitar la mesa justo con el último bocado. No puedo quedarme sentada en una mesa con platos sucios y vacíos, mucho menos sentarme e el sofá.

Resultado de imagen de MAnias
21. Tengo que recoger toda la casa, limpiar cocina, lavarme la cara y los dientes y preparar el biberón de la mañana siguiente antes de sentarme un rato en el sofá al acabar el día.

22. Necesito ir siempre con gafas de sol, aunque esté nublado.

23. Tengo que lavarme las manos después de TODO, ya sea escribir en el ordenador, cocinar, tender la ropa...TODO.

24. No me gusta que me toquen la cara, mucho menos con las manos sucias, con olor a tabaco, comida o lo que sea.

25. Odio los pies. Son la parte más importante del cuerpo, lo sé pero me parecen tan sucios y desagradables que como alguien me roce con uno llego de un salto a la estratosfera.

26. Detesto las cucarachas, no sé por qué existen, ni para qué.

27. Me encantan las librerías y papelerías, siempre que entro tengo que comprar algo, aunque sea un boli.

28. El olor a libros nuevos. Me pasaría la vida oliéndolos.

29. Cuando limpio el baño debo hacerlo con guantes. SIEMPRE.

30. No bebo agua mientras como, o antes o después, si lo hago durante me tiro todo el día haciendo la digestión.

31. Soy incapaz de comer alubias habichuelas y todo lo que sea parecido.

32. No me gusta nada llevar las uñas largas, aunque desde que soy madre hay veces que las llevo más largas de lo que me gustaría. Tal vez ser enfermera tenga algo que ver. Me da asquito la gente con uñas sucias  y si son las de los pies...ni os cuento.

33. Los dientes, los dientes sucios, negros, marrones o con una capa encima por siglos sin lavárselos. Tal vez quede superficial pero huyo de la gente con dientes sucios.

34. Me encanta tener las ventanas de toda la casa abiertas, que corra el aire.

35. Me ducho siempre que salgo de la piscina o de la playa. Si no lo hago estoy súper incómoda.

36. Desde que conocí a mi marido tengo siempre el móvil en silencio. 

37. Desayunar es el mejor de los placeres de la vida. Me levanto y es lo primero que hago, sentada, viendo a poder ser "Anatomía de Grey" o sino con mi marido, tranquilos, en la terraza.

38. Me chifla el vino tinto. Lo eché tanto de menos en el embarazo que igual mi hijo de mayor le tendrá manía...

39. cuando viajo deshago la maleta nada más llegar al destino, así la ropa "respira".

40. Por favor, humanidad, ¡Bajad siempre la tapa del váter! Entrar en un baño y que esté levantada me da mucho repelús.

                                                   Resultado de imagen de yoga dibujo             

Seguro que alguna más habrá pero creo que por esta vez va bien. Gracias al Yoga me voy haciendo más tolerante y así soy más feliz. ¿Alguien me cuenta alguna de las suyas? Que tengáis muy buena semana Familia.

viernes, 17 de junio de 2016

Mamá pesada



Siempre que imaginaba qué pasaría cuando tuviese a Ézaro en brazos, nos veía a los tres, solos en la habitación del hospital y adaptándonos a la nueva adquisición familiar. Me encantaba esa sensación. Leí un montón de artículos en los que recomiendan que no se visiten a los recién papás en los primeros días, incluso en las primeras semanas y que si, por los motivos que fuesen habían visitas, éstas fuesen cortas, silenciosas e intentasen no tocar al bebé. Creo firmemente que eso debe ser así, creo que cuando un nuevo miembro llega a la familia necesita adaptarse y para ello es necesario tiempo.

Yo tuve un parto genial, la verdad que no me sentía cansada en absoluto, así que un par de visitas cortas en ese momento a mí no me importaban, aunque creo que no es lo ideal para los bebés. Creía que al estar lejos de mi familia estaría a solas con mi marido y mi bebé al menos unos minutos pero no fue así. Sinceramente me vino bien esa primera visita, fue rápida y estaba bastante espabilada como para charlar y sonreír. Sin duda las visitas rápidas se agradecen muchísimo, aunque me temo que por norma general, este tema no suele ser así. Sé de gente que se ha pasado toda una mañana o una tarde entera en una habitación por "hacer compañía" mirando el móvil o leyendo el periódico, revistas e incluso haciendo crucigramas.

Por favor, posibles familiares lectores, en ese momento lo mismo no sois necesarios allí, tal vez os necesiten cuando lleven una semana en casa para estar con el bebé mientras la mamá se ducha o mientras papá le cura la cicatriz de cesárea a mamá. Dejad que los primeros días descansen, se adapten, se observen o que simplemente estén ahí, acariciándose sin decir nada.

Uno de los mayores riesgos del trasiego de personas, ya sean familiares o profesionales, son las posibles infecciones que pueden transmitir a esa pequeñita criatura indefensa que acaba de salir del útero protector de su mamá. Lavarse las manos es esencial SIEMPRE, pero más aún antes de tocar al bebé.

Yo notaba que a mi hijo algo le pasaba, la "leche de bote" no le sentaba bien. No podía quitarme de la cabeza los beneficios de la leche materna y la cantidad de reacciones adversas que puede provocar  la leche de fórmula, si por ende, añadimos la inmadurez del sistema digestivo del bebé para tal cantidad de ingredientes químicos, ¡Tachán! al bebé la leche no le sienta bien. Ya os he contado lo duros que fueron los primeros días intentando la lactancia, imaginaros como estaba cada vez que iba al pediatra y me decía que simplemente el niño era nervioso y de poco dormir.

El pediatra que le tocaba a Ézaro en el centro de salud se jubiló y gracias a este magnífico sistema sanitario que tenemos no lo han sustituido, simplemente cada día iba un "pediatra" diferente. Pues bien, cada semana que iba a la consulta había uno nuevo, así que vuelve a contar los síntomas del bebé, para que solamente vuelvan a cambiarte la leche. Primero me dijeron que le diese la más barata, la de supermercado, ya que lleva menos componentes y provoca menos reacciones adversas. Luego me dijeron que estaba loca por hacer eso, que le diese una un poco mejor. Tampoco fue bien. A los 15 días dijeron que igual era intolerante a la proteína de vaca, que probase con una hidrolizada. Eso no hay quien se lo beba, cada sorbo lloraba, cada vez que regurgitaba olía fatal y lloraba aún más.

Vuelta al centro de salud a contar la "historieta". Ahora cambiamos a Almirón 1, ya que, según el pediatra de ese día, es la mejor marca y que menos reacciones hace. Tampoco funcionaba. Ahora Almirón digest, que este niño tiene gases, dadle también Aero Red, 20 gotas en el bibe de la noche. NADA.

Durante todo el tiempo pedíamos que explorasen mejor al bebé, que algo tenía, no podía ser que con todas las leches, entre cada toma fuese vomitando poco a poco el biberón. Luego vino la "Pediatra iluminada" que dijo que debíamos darle al bebé 120 ml. cada dos horas pero con un cacito menos de leche de lo que corresponde, así se sentiría "saciado" y dormiría un poco más.

Obviamente tampoco fue solución. Cambiamos de leche de nuevo, le dábamos la cantidad que correspondía a la hora pertinente pero no había mejora y así dos veces más. La siguiente pediatra dijo que el Aero Red le estaba perjudicando, hacía el efecto contrario y le provocaba más gases, que se lo quitásemos y la de después que intentásemos alargar las tomas ya que tal vez hacía las digestiones más lentas.

Cansados de todo y aprovechando que nos fuimos a Almería, les pregunté a mis compis de yoga si conocían a algún pediatra bueno por allí, estaba desesperada y ya no sabía qué hacer.

Gracias a ellas encontré al maravilloso pediatra Juan Manuel González Pérez, en El Ejido. Ese hombre es increíble. Cuando le conté todo, pese a ser una persona muy tranquila se puso las manos en la cabeza. Me preguntó qué tal las cacas del nene y le dije que, como les repetía una y otra vez a los supuestos "pediatras" del sistema sanitario, olían muy mal y eran de color verde militar desde que nació. Dos horas estuvimos en la consulta. Me hizo darle un biberón, para ver como se lo tomaba y le provocó la caca para con una muestra hacerle un test in situ. Un test que, como los de embarazo, en dos minutos tenías el resultado.

Resultado de imagen de campylobacter jejuniDicho test reflejaba que Ézaro tenía una bacteria llamada Campylobacter en el intestino, bacteria que puede ser mortal en bebés recién nacidos, bacteria que algún iluminado/a que no se lava bien las manos después de cocinar, de comer o de ir al WC, le transmitió a mi bebé y que podía haber muerto por tal irresponsabilidad al no hacer un simple acto rutinario llamado "LAVARSE LAS MANOS". A causa de la bacteria, el tracto digestivo de Ézaro estaba destrozado, además de haber afectado también al estómago ocasionándole un reflujo severo con esofagitis, es decir, tenía el esófago muy irritado debido a que los ácidos del estómago subían a través de él durante todo el día, con o sin leche en su interior, provocando muchas molestias e incluso dolor.
Después de CUATRO meses yendo cada semana al pediatra, insistiendo en que el bebé estaba inquieto por algo y tratándome ellos como una loca, me repetían que simplemente tenía un hijo muy nervioso y  debía ser estrticta con él, imponerle rutinas fijas, ya que me estaba tomando el pelo y tan sólo quería mi atención. Después de todo eso, mi hijo lo que tenía era dolor, pero como no lloraba nos ignoraron.

Gracias a el Dr. Juan Manuel supimos a qué nos enfrentábamos y un mes después no podéis imaginar el gran cambio por el que hemos pasado. Ézaro ya no regurgita entre tomas, duerme más de 8 horas seguidas de noche y unas dos horas de siesta, a no ser que estemos en la calle, donde dormiría todo el día.Además lo llamo cada semana para decirle cómo va por si hubiese que hacerle cambios a ajustes a petición del mismo Dr.! Eso no lo hacen todos, desde luego.

De ahí mi reflexión inicial en cuanto a las visitas en los primeros días de vida del bebé, aunque bien es posible que el transmisor fuese un profesional de la salud durante la estancia hospitalaria, cuanta menos gente toque al recién nacido MEJOR.  Por favor, ya no por y para lo anterior, sino para el día a día, ruego SE LAVEN LAS MANOS siempre.